It from bit: Un nuevo paradigma emerge de la intersección de la física,
la biología y la informática: la información como fundamento primordial
del universo que percibimos –la materia y la energía como su
representación o desdoblamiento.
Generalmente el paradigma de
conocimiento bajo el cual nos movemos nos enseña que el universo en su
constitución más básica está hecho de minúsculas partículas subatómicas;
estas partículas son equivalentes a discretos paquetes de energía que
se transmiten constantemente en el vacío –quantums. Este
paradigma gnoseológico nos hace creer que la realidad fundamental del
universo es la materia o la energía –según la teoría de la relatividad
la masa es una propiedad de la energía. En círculos con una tendencia
espiritual, particularmente el New Age, se considera que “todo es
energía”, incluso se habla de una versión teológica moderna en la que la
divinidad es igual a la energía.
Decir que la energía es un aspecto
primordial del universo no resulta precisamente equivocado. La energía
ciertamente es como la sangre del universo; y, como si fueramos
vampiros, los organismos de este universo –hombres, estrellas o átomos–
nos alimentamos de esta energía, la cual nos permite realizar tareas.
En
este sentido la energía si podría concebirse como aquel icor del Olimpo
griego, la sangre de los dioses. La energía, también, es lo que
posibilitó la expansión del universo, aquel primordial orgasmo que
llamamos Big Bang, es ciertamente una bomba energética. Sin embargo, en
tiempos recientes ha surgido, en lo que podemos llamar la fusión de la
física con la teoría informática y la genética, un nuevo entendimiento
de lo que es el substrato fundamental del universo: la información.
En su libro The Information: A History, A Theory, A Flood, James Gleick traza con una enorme claridad la evolución de la teoría informática, desde el Logos bíblico hasta el q-bit y el meme. La información tiene una realidad física, es justamente aquello que in-forma y por lo tanto genera el mundo material que experimentamos, “la escritura, la pintura, la música, el dinero” son información. Entrevistado por el patriarca de la revista Wired, Kevin Kelly,
Gleick nos remite al padre de la teoría informática, Claude Shannon:
Shannon dijo que la
noción de información no tiene que ver con el significado. Una cadena de
bits tiene una cantidad, ya sea que represente algo que es verdad, o
algo que es completamente falso, o algo que simplemente no tiene
sentido. Si eras un científico o un ingeniero esta idea fue muy
liberadora; te permitía tratar a la información como una cosa
manipulable.
Sólo con las metáforas que surgen de la
biología molecular y de la computación –de la programación informática–
empezamos a comprender esta antonomasia ontológica de la información.
Por ejemplo, las imágenes que vemos en una pantalla de computadora en
realidad no son más que la representación de una serie de bits, de un
código. De igual manera nuestros cuerpos y nuestras funciones biológicas
no son más que la representación y la ejecución de una serie de bits
(letras de genoma), de un código que literalmente nos forma desde
dentro.
La información es
crucial para nuestra sustancia biológica –nuestro código genético es
información. Pero antes de 1950, no era tan obvio que la herencia tenía
que ver con el código. Solo fue después de la invención del telégrafo
que entendimos que nuestros nervios transmiten mensajes, como los
cables. Cuando vemos atrás en la historia, nos damos cuenta que muchas
diferentes historias acaban siendo historias sobre la información.
Los genes son una especie de red nodal, de Internet molecular (según el Premio Nobel Luc Montaigner el ADN podría incluso podría transmitir información a distancia vía un entrelazamiento cuántico).
“La vida se esparce a través de redes.
El cuerpo es un procesador de
información. La memoria reside no sólo en el cerebro sino en toda
célula… 6 mil millones de bits para formar un cuerpo humano” dice
Gleick.
El famoso biólogo Richard Dawkins añade:
Lo que yace en el
corazón de cada ser vivo no es el fuego, ni el calor del aliento, o la
“flama de la vida”. Es información, palabras, instrucciones… Si quieres
entender la vida, no pienses en vibrantes y pulsantes membranas y gels, piensa en tecnología informática.
En la época industrial surgió la
metáfora del universo como una gran máquina; en esa época, la física
newtoniana veía al universo como un reloj, una manifestación mecánica
(en el caso de Newton, un emblema mecánico de la perfección de Dios).
Esta metáfora de una gran máquina era usada puesto que la tecnología del
momento mostraba que las máquinas eran efectivos aparatos para realizar
una tarea, es decir, para conducir energía. Apropiadamente con un
avance tecnológico en el que las máquinas son utilizadas sobre todo para
procesar información: la métafora del universo cambia a la de una gran
computadora.
La
física moderna, que se enfrenta a la naturaleza esquiva de la materia
subatómica, también formula una concepción informática de la realidad.
El físico John Archibald Wheeler, quien acuñara el término “agujero
negro” para aquello de lo cual no escapa la información, cifró este
núcleo informático de la naturaleza con su famoso axioma: “It from Bit”,
para decir que del bit, de la unidad fundamental de información, se
desdobla el ser. Gleick lo cita en su libro The Information:
La información
genera “todo ser –toda partícula, todo campo de fuerza, incluso el
continuo de tiempo-espacio”. Esta es otra forma de sondear la paradoja
del observador: el resultado de un experimento es afectado, incluso
determinado, cunado éste es observado. No sólo el observador está
observando, está haciendo preguntas y enunciados que a fin de cuentas
deben expresarse como bits discretos. “Lo que llamamos realidad”,
escribió timidamente Wheeller, “surge en el último análisis de posar
preguntas de sí o no”. Añadió: “Todas las cosas físicas son
teórico-informáticas en origen, y este es un universio participativo”.
Todo el universo es visto entonces como una computadora –una máquina
cósmica procesadora de información… Cuando los fotones y los electrones y
otras partículas interactúan, ¿qué es lo que en realidad están
haciendo? Intercambiando bits, transmitiendo estados cuánticos,
procesando información. Las leyes de la física son algoritmos. Cada
estrella incandescente, cada nebulosa silenciosa, cada partícula dejando
una huella espectral en una cámara de nubes es un procesador de
información. El universo computa su propio destino.
Mucha información para procesar en el
párrafo anterior, que también se lee como un decálogo gnóstico. Por
otros senderos, John Lilly, el científico, para algunos desquiciado, que
experimentó en cámaras de aislamiento con LSD y ketamina, llegó a la
conclusión de que el universo era una computadora cósmica y el cerebro
humano una biocomputadora que podía y debía de ser reprogramada. ”Me
convierto en uno de los programadores de la computadora cósmica, como un
dios unido con los dioses bajo Dios”, escribió Lilly en un momento de
ciber-samadhi en El Centro del Ciclón.
También el físico David Bohm, uno de los
principales proponentes del paradigma holográfico de la realidad, en el
que se concibe al universo como un holograma donde cada parte contiene
la totalidad de la información de todo el sistema (en un bit están todos
los bits, en un átomo: las estrellas), formuló una visión de la física
desde la informática.
Bohm consideró que la realidad que experimentamos
se desdobla de una realidad implicada inconmensurable.
La luz es lo que
envuelve al universo. Por ejemplo, si estás observando esta habitación,
toda la habitación está envuelta en luz que entra a tu pupila y se
desenvuelve en la imagen en tu cerebro. La luz en su sentido
generalizado (y no solo la luz ordinaria) es el medio por el cual el
universo entero se envuelve en sí mismo.
Bohm concibe a la luz como “contenido
informático, forma y estructura. Es el potencial de todo”. Recordemos
que la luz justamente es aquello que no tiene masa, y que no tiene
antipartícula: el fotón parece escapar del mundo de la dualidad. Y nuestro mismo ADN transmite biofotones para comunicarse entre sí.
El científico y pianista Ervin Lazlo ahonda:
En la última
concepción de la física el universo no está constituido de materia y
espacio, está constituido de energía e información. La energía existe en
forma de patrones de onda y propagaciones de onda en el vació cuántico
que forma el espacio; en sus varias manifestaciones, la energía es el
hardware del universo; el software es la información. El universo no es
un un ensamble de bits de materia inerte moviéndose pasivamente en el
espacio vacío: es un todo coherente y dinámico.
La energía que
constituye el hardware está siempre totalmente in-formada. Esta
in-formado por lo que David Bohm llamaba el orden implicado y los
físicos ahora llaman el vacío cuántico o campo de punto-cero (también
llamado espacio-tiempo físico, campo universal o nuéter). Esta es la
in-formación que estructura el mundo físico, la información que
percibimos como las leyes de la naturaleza
Lo que nos parece una moderna concepción
de la información como realidad primordial del universo en realidad es
un retorno al platonismo, al mundo de las ideas, a la dimensión
arquetipica que in-forma nuestra existencia. El físico Werner
Heisenberg, quien manifestara su cercanía a la filosofía de Platón, dijo
“los átomos no son cosas, son solo tendencias, así que en vez de
pensar en cosas, debes de pensar en posibilidades. Todos son
posibilidades de conciencia”. Aquí nos acercamos a una idea fascinante:
la materia como una especie de frase o proposición enunciada por la
conciencia. Los cuerpo como arreglos momentáneos de la codificación de
la información inherente.
En el sistema que se esboza
superficialmente aquí la información ocupa el lugar del espíritu. Dice
Erik Davis parafraseando el génesis de San Juan: “In the beginning was
the Info, and the Info was with God, and the Info was God.” [En el
principio fue la Info, y la Info estaba con Dios, y la Info era Dios"].
De la misma forma que la materia busca transformarse en espíritu puro,
la información busca convertirse en conciencia. Nos dice James Gleick:
“A la larga, la historia es la narrativa de la información volviéndose
consciente de sí misma”. Al parecer nosotros somos los vehículos de
este proceso en avanzada.
fuente/ Pijamasurf
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