viernes, 13 de enero de 2012

El misterio del trinar de las pirámides Mayas es descodificado.


Nico Declercq de la Universidad de Ghent y sus colegas han demostrado como las ondas de sonido rebotando alrededor de las hileras de escalones de la pirámide El Castillo, en las ruinas Mayas de Chichén Itzá cerca de Cancún en México, crean sonidos que representan la mímica del trino de un pájaro y el golpeteo de las gotas de la lluvia. 

 El efecto de la llamada del pájaro, que se asemeja al gorjeo del ave mexicana, el quetzal, - un animal sagrado dentro de la cultura Maya – fue reconocido por primera vez por el ingeniero en acústica establecido en California, David Lubman en 1998. El ‘gorjeo’ puede hacerse sonar mediante una palmada que se produzca en la base de las escaleras. 

 Declercq quedó impresionado cuando escuchó por primera vez este eco por sí mismo en una conferencia sobre acústica en Cancún en el 2002. Después de la conferencia, él, Lubman y otros asistentes realizaron un viaje a Chichén Itzá para experimentar por sí mismos el ‘gorjeo’ en El Castillo. "Realmente suena como un pájaro", dice Declercq. 

¿Pero sabían los arquitectos de las pirámides qué es lo que estaban haciendo? Los cálculos de Declercq muestran que aunque hay evidencia que la pirámide fue construida para producir sonidos sorprendentes, probablemente jamás pudieron predecir con exactitud a qué sonidos iban a asemejarse.
Declercq se pregunta si fue más bien esto ultimo y no lo del llamado del quetzal lo que pudo haber sido la intención del diseño acústico de El Castillo. "Puede que no sea una coincidencia", dice – el dios de la lluvia jugaba un papel muy importante en la cultura Maya. Pero quizás todas estas interpretaciones no están basadas en hechos. 

El equipo de Declercq ha demostrado que la altura y el espacio entre los escalones de la pirámide crean un filtro acústico que enfatiza algunas frecuencias de sonido mientras que suprime otras. Pero unos cálculos más detallados de la acústica nos muestran que el eco también se ve influenciado por otros factores más complejos como puede ser la mezcla de frecuencias de la fuente del sonido. 

 Entonces, al final, será virtualmente imposible probar que cualquier efecto de eco específico es intencional. "O lo cree o no lo cree", dice Declercq. El mismo no se muestra escéptico de la teoría del quetzal – en lo más mínimo, pues ahora él ha escuchado efectos similares producidos por escaleras en otros sitios religiosos. En Kataragama en Sri Lanka, por ejemplo, una palmada dada en una escalera que conduce hacia el río Menik Ganga produce un eco en respuesta que se asemeja al "cuac" de los patos.

fuente/ La Flecha

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