En 1940, dos investigadores ingleses dividieron la telepatía en dos formas, que han llamado gamma y kappa.
La telepatía gamma se definiría como una especie de lectura del pensamiento en la que el receptor recibe una relación cognoscitiva con los centros nervioso del agente; en otras palabras, sería el propio receptor el que juega un papel activo en el intercambio telepático.
En la telepatía kappa se verificaría, en cambio, el proceso inverso, o sea, sería el agente el que actuaría sobre el receptor, transmitiéndole su propio contenido mental.
En la vida diaria, los fenómenos telepáticos, especialmente entre personas ligadas por una intensa relación afectiva, se presentan con mucha frecuencia.
La frase dicha simultáneamente; el pensamiento que aflora en la mente de dos individuos en el mismo instante; la sensación de saber exactamente quién se halla en el extremo del hilo cuando suena el teléfono, sin que haya existido un previo acuerdo, son todos pequeños ejemplos de telepatía que se dan con frecuencia en la vida de cada uno de nosotros, pero a los que, por ignorancia, se tiende a no otorgar importancia. La telepatía es uno de aquellos fenómenos paranormales que, precisamente por la frecuencia con que se presenta, ha sido estudiado en primer lugar y ampliamente comprobado en el laboratorio. Muchísimas han sido las hipótesis, algunas desechadas por las sucesivas investigaciones, pero se trata siempre de opiniones, de teorías aún inciertas, tal vez inalcanzables para el hombre.
Entre los estudiosos del fenómeno hay quien considera que los contenidos psíquicos son vibraciones electromagnéticas; otros creen que se trata de partículas atómicas propagables de un cerebro a otro.
Algunos consideran la telepatía como perteneciente a un mundo extrafísico, fuera del tiempo y del espacio, y dependiente de leyes que sólo a ella son propias y atañen; la telepatía afloraría tan sólo esporádicamente a la conciencia superando la barrera del subconsciente.
La telepatía, desarrolladísima en los niños pequeños, es un hecho que no atañe exclusivamente al ser humano: experimentos de laboratorio perfectamente comprobados han demostrado que también los animales, e incluso las plantas, son sensibles a las comunicaciones telepáticas; parece, en efecto, que éstas se encuentran en condiciones de captar, aunque sea indistintamente, situaciones de peligro o desarmonía presentes en el ambiente.
Se puede percibir un mensaje en forma de intuición, de visión u oírlo pronunciar por personas ausentes.
De la misma forma se puede experimentar angustia, desesperación, consuelo o incluso un dolor físico no justificable por las circunstancias. La telepatía no teme las distancias; aunque formas muy simples de comunicación se manifiestan generalmente entre individuos próximos y son favorecidas por el contacto físico, se han verificado fenómenos telepáticos incluso ultraoceánicos.
Vía/ Lourdes Prat Ferrer
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