El chip desarrollado por microCHIPS, junto a una memoria USB. science
Ocho mujeres de Dinamarca se han convertido en ciborgs por
voluntad propia. Son enfermas de osteoporosis que han participado en un
ensayo médico sin precedentes. Las participantes, de entre 65 y 70 años,
probaron en sus carnes un chip que se injerta en el abdomen y que se
activa por wifi. En lugar de pincharse ellas mismas con Forsteo, el
medicamento que se usa de forma habitual contra la enfermedad, un
programador apretaba un botón y el aparato soltaba la dosis diaria.
El
método experimental dio resultado y su efectividad fue similar a la del
tratamiento convencional con inyecciones.
Los creadores del
aparato, del tamaño de una caja de cerillas, dicen que estos chips se
podrían usar para tratar esta u otras enfermedades que requieren
pinchazos regulares, como la esclerosis múltiple o incluso el cáncer.
"Esto
puede ser literalmente una farmacia dentro de un chip", vaticina Robert
Langer, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y uno
de los expertos que llevan 15 años diseñando el aparato. Con él, dice,
"puedes suministrar fármacos por control remoto apretando un botón".
El
chip de Langer, desarrollado por la empresa MicroCHIPS, que ha
patentado el ingenio, fue presentado ayer por sus creadores durante una
rueda de prensa en el congreso anual de la Asociación Estadounidense
para el Avance de la Ciencia, que se celebra en Vancouver. "Los
pacientes con enfermedades crónicas y otras dolencias que requieren
inyecciones frecuentes podrían beneficiarse de esta tecnología", explica
el médico Robert Farra, otro de los creadores del aparato. "Los
facultativos pueden ajustar la terapia de sus pacientes de forma
perfecta con un ordenador o un teléfono móvil", asegura el doctor Farra.
El
dispositivo usado tenía 20 pequeñas celdas que suministraron otras
tantas dosis durante el experimento. Después, los expertos compararon su
efectividad con la del mismo fármaco inyectado. La cantidad de hueso
reforzado fue equivalente, aunque uno de los implantes no funcionó por
defectos de fabricación. Los creadores quieren volver a probar el chip
en estudios de "uno o dos años", según explicó Langer a este diario. Por
su parte, Farra detalló que el coste de un tratamiento con chip es
"similar" al de las inyecciones, de unos "10.000 a 12.000 dólares al año
[unos 9.000 euros]". El aparato, descrito hoy en Science Translational Medicine, debe aún pasar más ensayos y ser aprobado por las autoridades sanitarias.
Ya
existen chips similares cargados con antitumorales o analgésicos, pero
el modo de activación no es tan avanzado, explica José Ramón Careiro,
del Grupo de Estudio e Investigación de la Osteoporosis (GEIOS). "Es
algo clínicamente innovador, pero para usarlos hay que estar muy seguros
de la programación para saber que sólo se administra la dosis
correcta", concluye el experto.
fuente/ Público
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