miércoles, 16 de mayo de 2012

¿Qué enseñarías a otro si creyeras que pronto vas a morir?.

La última lección.

En 10 minutos, el profesor Randy Pausch resume unas cuantas lecciones verdaderamente importantes para todo el mundo en este pasaje aquí que llamamos “vida”. 

Triste es que verdaderamente estuviera tan convencido de que era su ‘última lección’. Pero el caso es que murió unos meses después de esta charla, en el 2008, por complicaciones en su cáncer de páncreas. 

Es una charla inspiradora. Pero, obviamente, no soy de las que cree que la salud de uno sea un sueño inalcanzable y me pregunto por qué este hombre, tan acostumbrado a perseguir sus propios sueños, no pudo perseguir el sueño de seguir viviendo dejando atrás una enfermedad como han hecho miles y millones de personas desde que el mundo es mundo. 

Repito vivir con salud NO ES UN SUEÑO INALCANZABLE, en absoluto. Pero hay que dejar de lado la idea de que cuando un señor de bata blanca o una institución muy prestigiosa te expiden una fecha de caducidad, eso sea la última palabra. Por desgracia, muchas personas, incluso extraordinariamente dotadas para la vida, como en el caso de este hombre, aún no han podido enfrentarse correctamente a ese viejo paradigma. 

Otros aspectos de esta conferencia, sobre los padres, la familia, la humildad, la gratitud, me parecen absolutamente necesarios de interiorizar por todos. Aquí voy a insertaros una reflexión mía de estos últimos tiempos. Está abierta a la discusión como todo lo que posteo. Es mi visión desde el AHORA y la comparto con vosotros. Estamos viviendo en una época donde uno escucha constantemente esto de “no importa, no le des importancia” cuando a uno le traicionan, le mienten o le hacen daño.Yo le llamo “el cómodo relativismo de la vida cotidiana”. 

Cuando uno se equivoca, ¡parece tan sencillo decir ‘lo siento’!. 

Pero para muchas personas no lo es. Y es una pena porque grandes amistades y relaciones que podrían haber dado muchas alegrías y muchos frutos, dejan de hacerlo sencillamente porque alguien no sabe reconocer que se equivocó y/o no lo verbalizó a tiempo. Pero lo que no es posible hacer ( a mí en particular, no me es posible ) es sencillamente olvidar el suceso como si nada hubiera ocurrido y seguir como si tal cosa, sin que el que ha errado reconozca su error cuando uno ha verbalizado con claridad cuál es el problema y qué te hizo daño. 

A eso algunos le han llamado toda la vida ‘comerse el coco demasiado’. Ahora, en pleno apogeo de una Nueva Era, podemos escuchar de los que dan consejos amigos: ‘estás creando tu propia realidad, no pienses en ello (por ejemplo, olvida que esa persona te ha traicionado vilmente y se ha comportado de una manera mezquina) y haz como si nada pasara. 

Parece que lo importante aquí es el número de ”amiguitos” que vas acumulando en tu red a lo largo de los años y sobretodo, sobretodo, lo importante pareciera no entrar en conflicto con nadie bajo ninguna circunstancia. Amén. He llegado a escuchar, llegando al colmo de los colmos de lo que me resulta una ironía de la vida, que si uno se siente dañado por el comportamiento de alguien, a quien consideraba ‘amigo’ y sufre por ello y lo exterioriza (algo que considero saludable), puede estar siendo poseído por alguna ‘entidad’. ¡Bienvenidos a la Era del Absurdo!. Tomemos un prozac, anestesiémonos, no esperemos nada de nadie, no confiemos en nadie, vayamos a nuestro rollo y si alguien se comporta de manera ruín, hacemos como si nada porque eso no tiene nada de particular. 

He podido observar también como en esta Era, la gente incapaz de escuchar y empatizar con el prójimo, especialmente cuando éste atraviesa un momento de tristeza, depresión y problemas que considera ‘serios’ (para un niño, que se haya perdido el manguito de su bicicleta favorita es un serio problema, de manera que aquí está el relativismo de las cosas) prefiere decir que el problema lo tiene la actitud del otro “creándose su propia realidad”. 

A mí me parece que alguien ha entendido alguna cosa mal. No creamos sólo de forma individual, sino de forma colectiva, y también somos parte de grupos humanos, familiares y hay un montón de dinámicas sueltas por ahí que NO HEMOS CREADO NOSOTROS MISMOS, sino que han creado otros para llevarnos al abismo (en lo económico, creo ya que es evidente). Es evidente que nosotros tenemos que hacer un sobreesfuerzo cuando hay otro sobreesfuerzo en marcha en contra de nuestros intereses. Que quede esto bien clarito, por mi parte. Ahora resulta que cuando uno está completamente destrozado porque no puede pagar su hipoteca, con qué alimentar a sus hijos, tiene una enfermedad verdaderamente grave que le impide el movimiento o ha perdido a la persona que más amaba en la vida, no hay que escucharle porque ‘se está creando su propia realidad’ o ‘está siendo poseído por la negatividad’. ¿A qué grado de cinismo y confusión podemos estar llegando con esto?. ¿Nos percatamos?. 

Mi visión sobre esto es que para empatizar de forma genuina con otro Ser (humano o no humano) tiene que haber amor. Si no lo hay, si ni siquiera hay amor propio de la persona que escucha, no podemos esperar una escucha y un sentimiento de ser escuchado, comprendido y abrazado. De acuerdo. No se pueden pedir peras al olmo. 

Tendremos que buscar a alguien más capacitado para ponerse en nuestro lugar y, sorprendentemente, a veces aparecen personas en nuestro entorno en los momentos más duros, que ni siquiera sabíamos que sentían aprecio y afecto por nosotros. Nada que decir si a alguien no le nace la empatía por otro ser. Lo que no podemos hacer es culpar al otro de sentirse terriblemente mal. Es completamente natural que la gente se sienta hundida por momentos. Miremos alrededor. Hay cosas duras sucediendo que nos afectan y afectan a los más cercanos. Está claro que nadie debe quedarse ahí eternamente. Lo que no estaría bien, porque sería una pérdida enorme de tiempo y energía, es no avanzar. Hay que ponerse las pilas, dar un diagnóstico, cambiar el rumbo, si es necesario… Tener un amigo, familiar, persona que nos aprecia al lado, en quien podamos confiar y con la que podamos verbalizar nuestro proceso es algo muy necesario y positivo. A veces, sobran las palabras, se trata simplemente de una compañía y apoyo silencioso. Pero atravesar el huracán y la tormenta con nuestras emociones a flor de piel, hacia una luz, lo encuentro saludable y necesario. Las emociones, que pueden ser “positivas” y “negativas”, dicho así, ya que tenemos la manía de etiquetarlo todo, son necesarias y nos llevan a nuevos lugares desde podemos ver todo con otra perspectiva. 

Si no hubiésemos arrancado de nuestro corazón esas emociones, nada nos hubiera movido del “cómodo” lugar de donde estamos acostumbrados a estar. Las emociones nos recuerdan que estamos vivos y que hemos venido aquí a hacer algo. Y os aseguro que no hemos venido a estar todo el día embobados en la sumisión confundiendo esa sumisión de ser un ser SOCIAL con el hecho de estar en “ARMONIA” con uno mismo y con el cosmos. La armonía genuina se alcanza con la verdad, con la luz y con la coherencia. Creo que exige luchar un poco por ella porque nada de eso nos lo regalan en este mundo donde venimos a nacer. Y llegar hasta ahí sin duda requiere pasar por el desierto en ocasiones, atravesar altos picos nevados en plena soledad y cruzar la selva machete en mano. 

En el fondo, si lo pensamos un poco, lo que está discutiéndose aquí es cuál es la medida de lo que consideramos ‘HUMANO’. Si consideras que el humano se comporta, de forma natural y espontánea como una rata de cloaca y que esa es la altura ética, moral y espiritual que puede alcanzar como máximo, lógicamente, nunca te verás verdaderamente escandalizado de lo que encuentres en tu camino. 

Si, por el contrario, has nacido, o has sido educado en la idea de que el ser humano tiene una medida y altura elevada y que el estándar de su comportamiento tiene que ver con el honor, la verdad, el reconocimiento de un error, el sacrificio por los demás y otra serie de cosas, observar y sufrir en tus carnes la mentira, la mezquindad y la traición, pueden ser fenómenos difíciles de asimilar. 

Un hurra por este fallecido profesor, que nos recuerda que pedir disculpas de la forma correcta es algo verdaderamente importante para estar en esta vida más o menos bien contigo mismo y con los demás.



fuente/TaT

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