
En una rara entrevista sobre el tema de su película: 2001: Una Odisea en el Espacio, Kubrick explica:
Piensa en un tipo de
vida que haya evolucionado en uno de esos planetas por cientos de miles
de años, y piensa, también, que tipo de avances tecnológicos
relativamente grandes ha hecho el hombre en 6 mil años de civilización
registrada -un periodo que es menos que un solo grano de arena en un
reloj cósmico de arena.
Al tiempo que los ancestros distantes del hombre
empezaron a salir del mar primordial, ya deben de haber existido
civilizaciones en el universo envíando sus astronaves a explorar las
regiones más lejanas del cosmos y conquistando los secretos de la
naturaleza.
Tales inteligencias cósmicas, creciendo en conocimiento por
eones, estarían tan distantes del hombre como nosotros estamos de las
hormigas. Podrían estar en comunicación telepática instantánea a lo
largo del universo, podrían haber logrado la maestría total sobre la
materia y de esta forma se podrían transportar instantáneamente a través
de billones de años luz de espacio; en su última fase podrían abandonar
la forma física y existir como una consciencia incorpórea inmortal en
todo el universo.
Una vez que empiezas
a discutir las posibilidades, te das cuenta que las implicaciones
religiosas son inevitables, porque todos los atributos esenciales de
tales inteligencias extraterrestres son atributos que le damos a Dios.
Con lo que en realidad estamos tratando aquí es con la definición
científica de Dios. Y si estos seres de inteligencia pura alguna vez
intervinieron con los asuntos del hombre, sus poderes estarían tan
lejanos a nuestro entendimiento.
¿Como verá una hormiga el pie que
aplasta su hormiguero–cómo la acción de un ser en una escala evolutiva
superior? ¿O cómo la divina y terrible intercesión de Dios?
Jugando con la frase de Arthur C. Clarke, “una tecnología
suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”, podemos decir una civilización extraterrestre suficientemente avanzada sería indistinguible de la divinidad.
Al menos en la medida que el hombre no adquiere una conciencia similar a
esa civilización extraterrestre, en lo que no despierta a su propia
divinidad. Podemos conjeturar que una conciencia superior (que a la vez
puede ser múltiple e inmaterial) podría estar afectando el curso de
nuestra propia evolución, desde alimentándose de nostros hasta
proveyendo una matriz de realidad diseñada para ponernos a prueba en un
juego cósmico cuyo destino entredicho es convertirno en ellos, en los
dioses de la antigüedad. Y así continuar con el ciclo evolutivo de crear
nuevos mundos.
vía/Pijamasurf/Discovery
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