Según la tradición egipcia los 
 primeros reyes de Egipto no fueron hombres, sino dioses. Al principio de los 
 tiempos, cuando los dioses descendieron sobre la Tierra, la encontraron 
 cubierta por el fango y el agua. El principal de los dioses, al que los 
 egipcios denominaron "Dios del Cielo y de la Tierra", Ptah, 
 fue el encargado de realizar grandes obras hidráulicas y de canalización, 
 que lograron ganar terreno a las aguas. 
 
 Ptah ubicó su 
 residencia en la Isla Elefantina, cerca de la actual Asuán, y desde 
 allí controló las crecidas del Río Nilo, asentando las bases 
 para la civilización.
    Después de 9.000 
    años de reinado, el Dios Ptah cedió el gobierno de Egipto a su 
    hijo Ra, que al igual que su padre llegó a la Tierra en una 
    barca celestial. El reinado de Ra duró 1.000 años, y le 
    continuaron en el trono cinco dioses más, Shu (700 años), Geb 
    (500 años), Osiris (450 años), Seth (350 años) y Horus (300 
    años).

                                                    
    El Dios Ptah
 Esta Primera Dinastía de Dioses-Reyes rigió en un "Tiempo 
    Primero" o "Zep-Tepi", el antiguo Egipto durante 12.300 años, 
    sucediéndole una segunda dinastía con el Dios Thot a la cabeza 
    que alcanzó una duración de 13.870 años. Posteriormente a estos 
    dos periodos, el poder fue cedido a gobernantes semidivinos, 
    mitad hombre mitad dioses, durante 3.650 años en los que se 
    sucedieron, uno tras otro, treinta reyes.
    
En total fueron 17.520 años de poder y control de los dioses y semidioses, que finalizaron en un oscuro periodo de caos y anarquía, del que no existe la más mínima referencia, y que duró 350 años. Es en este momento cuando aparece la Primera Dinastía de gobernantes humanos, en la figura del faraón Narmer, primer gobernante reconocido oficialmente por la egiptología, pues el resto de lo anteriormente expuesto pertenece al mundo de la mitología y la fantasía.
En total fueron 17.520 años de poder y control de los dioses y semidioses, que finalizaron en un oscuro periodo de caos y anarquía, del que no existe la más mínima referencia, y que duró 350 años. Es en este momento cuando aparece la Primera Dinastía de gobernantes humanos, en la figura del faraón Narmer, primer gobernante reconocido oficialmente por la egiptología, pues el resto de lo anteriormente expuesto pertenece al mundo de la mitología y la fantasía.
 Es imposible, aseguran tajantemente los 
    expertos, que, antes de la aparición de la I Dinastía o Periodo 
    Tinita (3.100 a.C.-2.700 a.C.), pudieran existir durante un 
    tiempo tan prolongado semejante número de gobernantes, eso sin 
    mencionar su origen divino y extremada longevidad.
    Pero los egipcios 
    estaban muy seguros de sus orígenes y de su historia. El tiempo 
    era algo que controlaban muy bien los antiguos egipcios, 
    precisamente gracias a sus dioses, quienes, según ellos, les 
    enseñaron a dividir el año (renpet) en doce meses (abed), de 
    treinta días cada uno y divididos en tres semanas (mellu) de 
    diez días cada una. Este calendario alcanzaba 360 días, y era 
    complementado con cinco días especiales (jeriu-renpet). 
 
 El año 
    estaba formado por tres estaciones que venían claramente 
    determinadas por el Río Nilo. La Primera Estación era la de la 
    crecida del río (ajet), de mediados de junio a mediados de 
    octubre. La seguía la Estación de la Germinación (peret) que 
    finalizaba a mediados de febrero. Por último la Estación de la 
    Cosecha (shemu).
 Existían otros tipos de calendario, pero todos seguían una minuciosa y 
 escrupulosa exactitud, transmitida generación tras generación. Con total 
 seguridad, si un antiguo egipcio escuchara hoy en día que la cronología de 
 los Dioses-Reyes que gobernaron Egipto mucho antes de Narmer, no es más que 
 una fantasía, se llevaría un gran disgusto y un no menor enfado.
 
Hace 2.500 años, Heródoto escribía en su "Libro II de la Historia" que, en su visita a Egipto, los sacerdotes de tebas le habían mostrado personalmente 341 estatuas, cada una de las cuales correspondía a una generación de sumos sacerdotes desde 11.340 años atrás en el tiempo. Le dijeron que las figuras representaban a hombres, pero que antes de esos hombres en Egipto reinaron los dioses, que habían convivido con los seres humanos. De todo ello guardaban datos muy precisos, ya que siempre, desde el principio de los tiempos, ésa había sido su misión.
Hace 2.500 años, Heródoto escribía en su "Libro II de la Historia" que, en su visita a Egipto, los sacerdotes de tebas le habían mostrado personalmente 341 estatuas, cada una de las cuales correspondía a una generación de sumos sacerdotes desde 11.340 años atrás en el tiempo. Le dijeron que las figuras representaban a hombres, pero que antes de esos hombres en Egipto reinaron los dioses, que habían convivido con los seres humanos. De todo ello guardaban datos muy precisos, ya que siempre, desde el principio de los tiempos, ésa había sido su misión.

    Un grupo de dioses 
    viaja a bordo de una embarcación
 Otro historiador griego, Diodoro, que visitó Egipto en el Siglo I d.C., 
 también habló y aprendió de los sacerdotes egipcios sobre su historia y 
 tradición. Al igual que Heródoto pudo escuchar de boca de los sacerdotes que 
 los humanos reinaban en el Valle del Nilo desde hacía poco menos de 5.000 
 años. Uno de los primeros cronistas de la Iglesia Cristiana, Eusebio, logró 
 recoger numerosas crónicas que hacían el mismo tipo de referencias que 
 Heródoto y Diodoro. Pero tal vez ninguno como Manetón, sumo sacerdote y 
 escribano egipcio, supiese acaparar en sus textos la increíble historia de 
 Egipto.
 
Manetón fue contemporáneo del General de Alejandro Magno Ptolomeo, fundador de la Dinastía Ptolomeica (304-282 a.C.). Vivió en la Ciudad de Sebennitos y fue Gran Sacerdote en el Templo de Heliópolis, donde escribió los Tres Volúmenes de su Historia de Egipto, cuyos originales han desaparecido, y que conocemos en gran medida gracias al historiador griego Julio Africano, que recopiló numerosos fragmentos de su obra.
Manetón fue contemporáneo del General de Alejandro Magno Ptolomeo, fundador de la Dinastía Ptolomeica (304-282 a.C.). Vivió en la Ciudad de Sebennitos y fue Gran Sacerdote en el Templo de Heliópolis, donde escribió los Tres Volúmenes de su Historia de Egipto, cuyos originales han desaparecido, y que conocemos en gran medida gracias al historiador griego Julio Africano, que recopiló numerosos fragmentos de su obra.
    Manetón o Manetho 
    (verdad de Thot), relataba en esta obra que los dioses reinaron 
    sobre Egipto durante 13.900 años, y los semidioses que les 
    continuaron otros 11.000 años más. Gracias a su clase 
    sacerdotal, pudo acceder a numerosa información restringida que 
    había sido recogida durante cientos y cientos de años. Según sus 
    fuentes el primer Rey de Egipto fue Hefestos, quien inventó el 
    fuego, le siguieron Cronos, Osiris, Tifón y Horus. Después, los 
    "Shemsu-Hor" o seguidores de Horus, de origen semidivino, 
    gobernaron durante 1.255 años. Les continuaron otros reyes por 
    un periodo de 1.817 años. 
    

    Distintos 
    investigadores aseguran ver en estos dibujos (tumba de Ramsés VI, 
    Valle de los Reyes) 
 
 
    seres con escafandras provenientes de las 
    estrellas, tal y como aseguraban las antiguas tradiciones 
    egipcias.
 Otro periodo más de 1.790 años 
 formado por treinta reyes que gobernaron en Menfis y 350 años más de otros 
 diez soberanos que reinaron en Tanis. En total, sólo el reinado de los 
 semidioses hasta la aparición de los reyes de la Epoca Dinástica Temprana, 
 alcanzó 5.813 años, una auténtica patada a la historia y a la cronología 
 establecida por la moderna egiptología.
 
Este mismo problema ha aparecido con las Listas de Reyes Sumerios, aparecidas en distintos textos como el W-B/144 ó W-B/62, donde se establecen fantásticos gobiernos de los dioses que se remontan a docenas de miles de años antes de lo establecido por la arqueología oficial.
Este mismo problema ha aparecido con las Listas de Reyes Sumerios, aparecidas en distintos textos como el W-B/144 ó W-B/62, donde se establecen fantásticos gobiernos de los dioses que se remontan a docenas de miles de años antes de lo establecido por la arqueología oficial.
   ![]() 
   En esta antiquísima 
    tabla mesopotámica existente en el Museo Británico, y en 
    caracteres cuneiformes, aparece según el investigador 
   
   Zecharia Sitchin 
    el mapa de la ruta seguida por los dioses para llegar a nuestro 
    planeta a través del Sistema Solar. 
 | 
  
 Aunque tal vez el 
 caso más conocido por todos nosotros sea el de los Patriarcas Bíblicos, 
 auténticas "máquinas de hacer años", como los míticos Adán, Set, Enós, 
 Cainán, Mahaleel, Jared, Enoc, Matusalén, Lamec, Noe, Sem, Arfaxad, etc, 
 etc. La edad alcanzada por cualquiera de ellos, haría estremecer los 
 presupuestos destinados a jubilaciones de la Seguridad Social.
    A pesar del 
    innegable esfuerzo de la arqueología por establecer una 
    cronología "lógica" de los antiguos reinos e imperios, el 
    prejuicio a la hora de establecer la existencia física de los 
    dioses que todas las culturas establecen como los fundadores de 
    la civilización en la Tierra, hacen imposible profundizar en una 
    verdadera historia que continúa oculta a todos nosotros.
    
La cada vez más reconocida antigüedad de algunos de los monumentos que nos han llegado, como es el caso de la Esfinge de Giza y de la cual tratamos en otro de los apartados de este temario de Egipto Oculto, han hecho posible que algunos investigadores hayan reconsiderado el revisar las cronologías dogmáticas a lo largo de los dos últimos siglos. Por desgracia los máximos responsables continúan aferrados a una serie de intereses y al mantenimiento de un estatus que tratan de defender a toda costa.
La cada vez más reconocida antigüedad de algunos de los monumentos que nos han llegado, como es el caso de la Esfinge de Giza y de la cual tratamos en otro de los apartados de este temario de Egipto Oculto, han hecho posible que algunos investigadores hayan reconsiderado el revisar las cronologías dogmáticas a lo largo de los dos últimos siglos. Por desgracia los máximos responsables continúan aferrados a una serie de intereses y al mantenimiento de un estatus que tratan de defender a toda costa.
 Por Biblioteca PLeyades

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